El que fuera delegado de la Generalitat en Viena, Adam Casals, entre el 2015 y 2017; afirma en esta entrevista que "no me parece ético que la Generalitat de Cataluña avale unas personas que la mayoría siguen siendo altos cargos del Govern".
Casals, muy crítico con el proceso, es uno de los encausados por el Tribunal de Cuentas aunque a diferencia de la mayoría del resto ha avalado de su propio bolsillo gracias al apoyo de familiares. El ex alto cargo recuerda también que, tras el levantamiento del 155, no quiso volver al cargo y recuerda que "algunos venimos denunciando desde hace años la degradación del independentismo".
Y que, durante su mandato, "nunca tuve una bandera independentista ni un lazo amarillo en la oficina" porque "la Administración tiene que ser neutral". "Lo primero que hice tras mi nombramiento fue ir a ver al embajador español", explica. "El independentismo se ha radicalizado y se está empequeñeciendo como las encuestas ponene de manifiesto, sobre todo entre los votantes más jóvenes", añade.
Consultor en materia de relaciones internacionales, critica también "las líneas muy difusas y peligrosas en cuanto a la justificación del uso de la violencia" por parte del independentismo, incluido el entonces presidente Torra en su viaje a Eslovenia.
"No dudan -prosigue- en amenazar a las personas que osamos tener una voz propia y poner en duda el sin sentido de todo esto". Adam Casals también afirma que "el Tribunal de Cuentas está haciendo su trabajo en virtud de una ley aprobada si no recuerdo mal en 1988 y con los votos a favor de CiU".
"El relato independentista -continua- es completamente falso: el mundo no mira a Cataluña y si acaso lo que hace es asustarse con las imágenes de contenedores quemados y la violencia en las calles que abren los telediarios de la tele alemana en horarios de máxima audiencia".
Recuerda, por otra parte, "la mala imagen que esto causa a la marca de Barcelona, a la marca de Cataluña y por supuesto a la marca España" porque "Barcelona no es París". "Hay líneas rojas que, como demócratas, no podemos saltarnos de ninguna manera", insiste.
Su conclusión es clara: "al movimiento independentista catalán se le está etiquetando como un movimiento populista", sobre todo tras los contactos con Rusia. "Hasta los escoceses ven lo que ha pasado y se desmarcan radicalmente del proceso", añade.
Cuando era delegado de la Generalitat, “intentamos advertir que nadie en Europa quería la independencia de Cataluña". "Fue una gran irresponsabilidad declarar la independencia y una falta absoluta de legitimidad".
"Jugaron -termina- con la buena fe de la ciudadanía" y "cuatro años después la autocrítica sigue siendo una rara avis".